En Fusiona tenemos la suerte de contar con personas que marcan la diferencia, no solo por su trabajo, sino por el cariño y dedicación que entregan en cada detalle. Una de ellas es nuestra querida Margarita, quien en cada Pascua transforma su casa en una verdadera “fábrica de chocolates” hecha con amor, para compartir con sus hijos, nietos y vecinos.
Esta tradición partió hace muchos años, cuando sus hijos eran pequeños. “La inocencia de los niños, el poder compartir en familia y amigos… eso fue lo que me inspiró a empezar con esto”, nos cuenta. Desde entonces, cada Semana Santa es una fiesta llena de colores, sabores y sonrisas, donde lo más importante no es el chocolate, sino el amor con que se entrega.
Una dulce rutina que nace en casa (con receta incluida)
La preparación comienza una semana antes. Margarita se organiza, compra los materiales y pone manos a la obra: derretir chocolate blanco y negro a baño maría, verterlo en moldes de conejitos, huevitos y flores, y esperar con paciencia a que enfríen. Este año, logró hacer entre 80 y 90 chocolates, todos cuidadosamente empacados.
Pero ahí no termina el trabajo: también confecciona a mano cada bolsita y cajita en cartulina con forma de conejito, decoradas y personalizadas con los nombres de sus hijos, nietos y sus invitados como su vecina y dos hijos. “Cada uno tiene su cotillón al gusto… por ejemplo, una de mis nietas no come chocolate negro, así que a ella solo le pongo hartos del blanco”, dice entre risas.
Alegría compartida
Si bien la preparación es suya, cuenta con la compañía de Octavio, su fiel compañero de vida y ayudante, quien la acompaña a comprar todos los ingredientes. Y aunque todo se hace en casa, el espíritu festivo se siente en cada rincón.
“Se ponen felices”, dice sobre la reacción de los niños, recordando entre risas un anécdota en que, durante la búsqueda de huevitos, su hija mayor, se entusiasmó tanto jugando como si fuera una niña más, que terminó cayéndose en el patio y quebrando una de sus plantas. “¡Pero igual lo pasamos chancho!”, agrega con una sonrisa.
Para la señora Margarita, el momento más especial es cuando todos se reúnen y comparten: “Todos disfrutan, se llevan sus huevitos y conejitos de chocolate… todos se van regaloneados, hasta mi vecina, a quien siempre le preparo una canastita con un monito de conejito”, cuenta con una sonrisa.
Un domingo lleno de sabor (y cariño)
¿Y cómo se imagina ella la llegada del conejito de Pascua? “Va a estar bien entretenida y con harta comida. No solo entrego los huevitos de chocolate, también preparo picoteos como brochetas de camarones y empanadas de mariscos. Para el almuerzo, hago un surtido de mariscos con papas al vapor, pebre y salsa verde. Y para la once, no puede faltar un pie de limón bien grande y bien rico, con harta leche para que quede gordito”, relata con orgullo.
Así es la señora Margarita: generosa, alegre, creativa. Su historia es una muestra de que no se necesita una fábrica para crear magia, solo ganas de compartir y un corazón dispuesto.
Una invitación a hacer algo distinto
Esta historia de la señora Margarita nos recuerda que los pequeños gestos, hechos con cariño, pueden convertirse en grandes momentos para compartir y disfrutar en familia o con amigos.
Su experiencia no solo nos conmueve, sino que también nos invita a hacer algo distinto durante estos días. “Que se animen a hacer algo rico, algo para compartir en familia. No importa si no saben, todo se aprende y con la práctica se mejora”, nos aconseja Margarita.
🐰 Si el conejito de Pascua leyera esta nota, ¿qué le diría la señora Margarita?
“Le diría que se dé una vuelta por mi casa, que aquí lo vamos a esperar con los brazos abiertos, con dulces, comida rica y mucho amor.”
¿Y a ustedes también les gustaría ser vecin@ de la Sra Margarita?😄 ¡Con tantos chocolates y buena onda, seguro que sí!
💛¡Felices Pascuas y una linda Semana Santa para todos, les desea el equipo de Fusiona!