Fumándose un cigarrito mirando la ciudad de Santiago, Jesús Henao disfruta un sol que cae tímido en su balcón. Ahí está él disfrutando este “calor” que podría parecer mezquino en su “cuenta de sol”, considerando que viene de Venezuela. Pero ahí está Jesús disfrutando el momentico.

Este ingeniero de Soporte de 35 años compone junto a su jefa Andrea Rodríguez, el equipo de Soporte. Ellos se encargan “de todo y de todos”. Soporte a los usuarios, apoyo a los equipos y clientes. Mantienen nuestra infraestructura tecnológica funcionando: data center, servidores y conexiones (internet y telefónicas) y todo en un entorno de monitoreo y seguridad.

Mientras disfruta el cigarrillo, conversamos sobre su trabajo en Fusiona en estos meses de Covid-19. De sus temores y recaudos para cuidar a su familia. En la medida que el humo sale de su boca, nos cuenta de su patria, de un hecho que cambió todo y de los abrazos que añora.

LA VIDA NO CABE EN 4 MALETAS

Lo más difícil del trabajo remoto para Jesús ha sido la recepción y despacho de equipos, básicamente por los traslados e intermediarios que los tocan. “Ese ida y vuelta ha sido álgido”. Por eso sus protocolos de sanitización son extremos. Cloro, alcohol, lavado de manos varias veces y estar pendiente de que sus dos hijos no se acerquen al objeto que llega del exterior. Eso ha sido exigente. Sobre todo, pensando en los ojos de su vida: Juan Andrés (1 año y 4 meses) y José Antonio (2 años y 11 meses).

Ellos junto a su esposa Vanessa Pages componen su núcleo familiar “Aquí somos tres niños. Mis dos hijos y yo. Mi esposa nos malcría a los tres”, dice sonriente.

Jesús llegó a Chile el 1 de noviembre de 2018 y el 3 de diciembre entró a Fusiona. “Hasta el sol de hoy”.  Su gratitud por Fusiona y por Chile es 1000%. Lo repite en varias oportunidades y uno se alegra que su experiencia con este país y su gente sea bonita y tan distinta a sus últimas horas en su patria.

De Venezuela salió tras sufrir un secuestro. Ya no podía seguir viviendo allá. Si bien económicamente no tenía problemas (dirigía una mini empresa de soporte), la inseguridad y el miedo trizaron su calma.

“Me vine a Chile donde mi hermano estaba buscando nuevos horizontes. Estaba desesperado. Dejé a mi esposa con mi hijo de un año y medio y con el otro en la guata”, dice recordando su salida por tierra a Colombia y de ahí un vuelo a Chile. Ese recuerdo de José Antonio alejándose tras el vidrio del auto, todavía le parte el alma.

Pero rápidamente sale de ese dolor, con la voz del mismo pequeño que le habla mientras conversamos y él se excusa caballerosamente para decirle: “ponte el suéter mi vida que hace frío, te amo papi, que Dios te bendiga”, y vuelve a sonreír.

Una obra de arte de Miss Tortas.

TORTAS PARA DIVORCIOS

A partir del 19 de enero de 2019 ya estaban todos en el departamento que hoy habitan. Ahí comparte la crianza y apoya a su mujer con el emprendimiento Miss Tortas, que va viento en popa. “Ella atiende los niños, la casa y su negocio. Le encanta cocinar. Hacemos tortas para cumpleaños, para divorcios, despedida de solteros o para lo que necesites”. Misstortas está en Instagram y la receptividad ha sido bastante buena. Están a la orden y hacen delivery.

Además de apoyar a Miss tortas, Jesús también ofrece el servicio técnico de soporte en su edificio. Y por ahí salen algunos clientes también. De eso que aprendió por los 90 luego que su madre le regalara una computadora 368.  En ese dispositivo aprendió armando y desarmando la técnica para dejar de depender del servicio técnico. Forjó sus conocimientos con esos tarros que había que apalear y con esas instalaciones eternas de Windows 95, con 10 disquettes que cuando llegabas al 7 se estropeaba todo y vuelta a empezar desde cero.

“Ahora hay software para saber qué falla tienen los equipos, antes era a puro pulmón”, dice Jesús quien también ha sabido comenzar de cero en su vida.

ESE SABOR A CAFÉ

En Venezuela Jesús era fan de los autos. Tenía un Gol, que para él,  era “El mejor auto del mundo”. Luego pasó a los jeeps (rústicos les llaman en el país caribeño) donde salía a explorar la naturaleza abriéndose camino en medio del barro y los cerros. Ahí aprendió de mecánica metiendo mano. También le gustaba salir en bici a los cerros, pasatiempo que espera retomar acá, cuando pase todo esto.

-¿Qué es lo que más extrañas de tu patria?
-Lo que más extraño es un abrazo de mi Madre y un buen café…

Jesús queda en silencio unos segundos. “Se me partió el alma de nuevo”, dice con la voz un poco quebrada. “Ellos gracias a Dios están bien, lo poco que les puedo enviar les ayuda… Tengo el deseo y la esperanza de que pronto pueda cumplir el deseo de volver abrazarla”, dice.

Amen Jesús, le digo.

“Así sea”, responde él bañado por el sol santiaguino que comienza a esconderse en el Pacífico.