Margarita García (56) tiene dos hijas, cuatro nietos y vive junto a su pareja en Maipú. Es una de nuestras auxiliares de aseo y además de ser famosa por sus sándwiches y almuerzos, es reconocida por su gran corazón, sus ganas de ayudar, motivar y pelusear. También por su contagiosa risa, habría que agregar.

“El primer mes de pandemia no fue tan complicado porque me pilló regresando de vacaciones, lo pasé bien. El segundo estuve angustiada, necesitaba salir. Además, una nieta estuvo complicada con el virus así que me angustié más. Su abuelo paterno se contagió y justo ella estaba allá, así que tuvo que hacer cuarentena en Cerrillos. Viví esos días comiéndome las uñas. Afortunadamente salió de eso y hoy está todo bien…ahora ya está en casa con su mamá”, cuenta Margarita.

Mentalizándose con la idea de “no salir, no salir” y cuidándose mucho, otro susto que pasó fue con otra de sus hijas quien vive en una zona donde varios vecinos se contagiaron. Las uñas de Margarita sufrieron cuando el perro de su hija salió a jugar con otro perro de un vecino contagiado. La hija de Margarita lloraba desinfectando al perro y ella lloraba al otro lado del fono mientras su hija le contaba sus miedos: ‘qué irá a pasar, qué irá a pasar’, decía su hija mientras ella la tranquilizaba encomendándose a Dios. Hasta aquí, el de arriba ha respondido.

MI FAMILIA FUSIONA

Lo piensa unos segundos y luego dice: “Los chiquillos. Hablar y chacotear con ellos”. Eso es lo que más extraña Margarita del trabajo. Por eso habla por teléfono o video llamada con algunos. En la casa antigua hasta reconocía de quién eran los pasos que se aproximaban a la cocina: “Ahí yo tenía más contacto porque llegaban a la cocina, se servían su tecito o su café, yo tenía los sándwiches y ahí conversábamos. Sabía cuando venían bajando, los cachaba altiro”.

Además de la risa y la buena onda, otra característica de Margarita es su preocupación constante por los demás. Por eso habló con sus jefes para organizar una ayuda para Julita, ex compañera de Fusiona y amiga, cuando supo que se contagió el virus junto a su marido. “Estaba muy complicada y le pregunté que le parecería que pidiera ayuda en Fusiona, y aunque le daba vergüenza la convencí. “Verguenza para robar no pa pedir ayuda”, le dijo y movió la solidaridad entre la familia Fusiona. Además, diariamente la llamaba para tirarla pa arriba cuando se bajoneaba, desconectándola de la enfermedad recordando Fusiona y tallas del pasado.

“Si puedo ayudar, ayudo. Si tengo que hablar, habló y si hay que arreglar el brazo de una silla, lo arreglo. Me la juego siempre”, dice quien ha conseguido conocer el carácter de sus chiquillos sabiendo quién es más de piel y quien es más reservado.

“Fusiona es la familia diaria que tengo”, dice esta promotora de cumpleaños y fiestas para que la gente comparta y se conozca. “La idea es conectarse y conocerse, no se si al detalle de saber qué hace o el equipo en que trabaja, pero si al menos para saber el nombre”. Por eso organiza y decora, crea calabazas en Halloween y juegos de argollas para el 18.  Se pone contenta cuando ve disfrutando a todo el mundo….

-Margarita eres súper generosa con los demás, te gusta motivar y ayudar, pero cómo te conectas y te regaloneas a ti misma…
-Huy…, tras unos segundos de silencio,  responde con la música. Con sus Beatles o Creedence’s del pendrive que le grabaron los chiquillos. “Soy buena pa comer cosas dulces…no soy buena pa comprarme ropa…me regaloneo compartiendo, me gusta estar con más gente por eso tenemos una olla común con una vecina. También me regaloneo comprándome un chocolate en el supermercado escondida del Octavio. Así me regaloneo yo, no sé como explicarlo mejor”.

No es necesario explicarlo mejor Margarita y eso es lo bonito, pienso mientras nos despedimos prometiéndonos un abrazo futuro.